Así, tal cual suena, 7 siglos con 4 centurias que sobrevivo a tu ausencia.
6 siglos desde que la falta de una justicia real, que valore la vida y no un papel que diga que el que conduce puede matar impunemente por una vez, me hundió en una terrible depresión que obnubiló por un tiempo mi compromiso de vida contigo.
Pasarán los siglos y mi cuerpo hecho tierra se volverá roja arcilla, teñida por tu sangre derramada en un pavimento, por la sangre que llora mi corazón sin ti.
Cada gota hará justicia, cada gota teñirá el camino del asesino en el limbo y su cómplice en este plano...¡su madre!
No es odio, es dolor!
No es ira, es impotencia!
Te acuné en mi vientre soñando en tu futuro, te acuné en mis brazos aprendiendo de tu calor que para ello había nacido yo, te cantaba canciones que te hablaban de mi alegría de tenerte conmigo, atesoré cada avance de tu crecimiento, te escribí cuentos donde se plasmó tu agudeza en detalles que aportaste.
Te admiré por tu ser tan reflexivo, tan sorprendente, tan perceptivo, tan inteligente.
Me miraba en tus grandes ojos brillantes y expresivos, acariciaba tus cejas para hacerte dormir.
Saborée cada palabra que empezaste a modular, me preocupé cuando no te sentías bien, me exasperaba cuando no podía evitarte una molestia, un problema, cuando no pude protegerte de la maldad de otros, cuando no pude evitarte una pena.
Conversabas conmigo en privado, como un Maestro le habla a su discípula, me enteré, por ti, de cosas que con los años han ido siendo tratadas.
Hubo quizás temas no tratados a profundo acerca de la vida, puede que por un mutuo afán de protegernos, pero ha sido un alivio saber que no hay pendientes entre nosotros.
Te sigo, o trato de hacerlo, en esta distancia impuesta, en esta separación odiosa que la vida me regaló. Me haces falta presencial, pues tu energía me llega cuando la necesito.
Quiero gritar en silencio, y así lo hago, porque el mundo es ciego e indiferente, o rechaza, el dolor ajeno. Me desgarro en silenciosos sollozos, en arañazos de mis entrañas vacías.
Pero cada paso-tiempo me acerca a ti, y aunque el fardo es pesado lo llevo con alegría, pues cada peso agregado es señal que estoy más cerca.
Cada cierto tiempo debo escribirte acerca de mi verdad, pero también debo decirte que vivo en este holograma que soy, como tú habrías deseado, o como tú desea, vivo o ¿existo?, para el caso da igual, aquí estoy de pie guerrera consecuente, comprometida contigo.
Te amo infinitamente, te adoro como se adora a lo divino si existe lo divino, para mí lo divino es ser tu madre, lo divino eres tú!