En ese mundo entre mundos, que es mi hábitat natural desde hace mucho,
con tu mano pequeña en principio enlazada a la mía vuelvo a recorrer los
senderos mágicos que aprendimos a descubrir juntos.
La magia de la imaginación de una mujer demasiado adulta que nunca dejó
su cordón dorado con ese mundo especial, la magia de una mente de un sabio,
pequeño en tamaño, grande en recuerdos anteriores, que aportaba detalles a la
historia que se construía, para el placer de ambos.
Vuelvo a caminar por senderos de polvo de oro, árboles de colores
brillantes y que nos saludan al pasar, un pasto esmeraldino que nos invita a
tendernos en su regazo, para ver pasar alguna ave hermosa o una nube fugaz.
En la medida que caminamos vas creciendo y así, protector, envuelves
mis hombros con tu brazo, sin que por ello dejemos esa Tierra del Encanto que
cada vez nos muestra un tramo no descubierto, un arroyo cantarín que entona su
melodía para nosotros, mientras una roca se transforma en muelle sillón para
que instalados ahí, le escuchemos.
¿Dónde nos llevará nuestro alado paso en el siguiente encuentro?
Ah! esa es la maravilla de la sorpresa que se va creando.
Ven a mis sueños, transitemos la magia del reencuentro imaginario hasta
que un día nos encontremos en un plano diferente donde vivamos etéricamente o,
tal vez, en otro tipo de cuerpo.
Me faltan tus abrazos, tu risa, tu búsqueda de mimos!
Te amo, decimos el uno al otro, hasta pronto mutuo y ... yo a mi realidad
,tú a la tuya, por un rato que es casi eterno ya, hijo mío!